30 de septiembre de 2019

Lo que me apetece tatuar y lo que diseño para tatuar

Cada día, nos pasamos horas en las redes viendo trabajos de otros compañeros que apreciamos, admiramos y envidiamos por su increíble técnica y calidad o por su gran imaginación a la hora de diseñar y encajar las piezas en el cuerpo del cliente.

A raíz de ello, nuestro espíritu curioso desea tatuar esos trabajos por el hecho de experimentar y ver cómo nos saldría a nosotros. El problema estriba en que ese tatuador se ha pasado horas diseñando y pensando ese trabajo para una persona en concreto que ha contratado sus servicios y no sería ético reproducirlo en otro cliente, ni por el tatuador, ni por el cliente inicial.

Una de nuestras grandes guerras es la de lidiar con la gente que pide diseños que han visto tatuados en Internet. En muchas ocasiones intentamos realizar un trabajo personalizado pero lo que entra por los ojos no entra por el raciocinio.


A mi misma, me ha pasado. He sentido esa intención de tatuar algún diseño de otro compañero o algún dibujo animado de moda que, al fin y al cabo, sigue siendo una apropiacion de la originalidad de otro artista, aunque en este último caso parece que se consiente más ya que los dos artistas no pertenecen al mismo campo.

 En ese caso, no hay mucho que hacer. Si un cliente quiere tatuarse a Homer Simpson, no tenemos que diseñar nada, por lo que ha surgido una gran tendencia de publicitar personajes de series y películas de moda, y el primero que los tatúe parece ser el triunfador. Es como un premio al cliente impulsivo.


Aún así, creo que esas tendencias deberían usarse como algo anecdótico y no como una norma a seguir cada vez que surja una moda.

Desde el punto de vista ético, animo a todos mis compañeros de gremio a negarse a reproducir los trabajos de otros compañeros. Si nadie lo hace, nadie lo pedirá. Hay que trabajar el estilo personal de cada uno y educar al cliente a buscar la exclusividad en cada obra.

Adié!

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