Maud Wagner, primera mujer tatuadora |
Las primeras mujeres en tatuarse formaban parte de circos ambulantes y alguna de ellas llegó a coger una máquina de tatuar, pero no como artista principal, sino como una actividad más anecdótica.
Maud Wagner fue la primera tatuadora profesional y aprendió de Gus (su marido) la técnica de tatuaje tradicional conocida como hand poke o stick and poke. Gracias a la visibilidad que le proporcionaba viajar por el país actuando en circos, exposicione y salas de juego, este arte tribal se dio a conocer y se extendió por todo el continente.
Con los años el arte del tatuaje llegó a más paises gracias a los marineros donde fue empezando a coger fuerza entre el género masculino. Más adelante, las mujeres empezaron a interesarse por esta forma de expresión y se empezaron a introducir diseños más femeninos y estilizados.
En la actualidad (siempre hablando desde la perspectiva occidental) la mujer desempeña un papel casi igual al del hombre en el mundo del tatuaje, considerandola una profesional tan válida como un hombre, aunque aún queden prejuicios. Os pongo un ejemplo:
- Un cliente entra en el estudio de una tatuadora, que se encuentra tras el mostrador con un hombre al lado el cual no es tatuador, sino su pareja que ha venido al estudio. El cliente, automáticamente se dirige al hombre para contarle su idea, dando por sentado que el tatuador es el.
Podéis pensar: no has descrito al hombre que hay tras el mostrador, si va muy tatuado o no... Eso es, ahi está otro de los prejuicios de esta profesión. Damos por sentado que el hombre es el encargado y ella la secretaria.
Incluso conozco casos en los que el cliente, al saber que la tatuadora es mujer, no ha querido tatuarse. Y además, sino vas súper tatuado/a, raro. ¿Un tatuador "sin tatuajes"?
La mujer se ha ganado a pulso su derecho a ser considerada una profesional del gremio. Hay profesionales espectaculares reconocidas por toda la comunidad por sus obras. A día de hoy se está intentado eliminar ese foco de interés que, sin querer, Maud propagó (era una época distinta) usando su cuerpo (lleno de tatuajes) como objeto de admiración.
En la actualidad se ha sexualizado tanto la figura de la mujer que a veces es muy difícil mirar por encima del físico para valorar su trabajo. Creo que es un ejercicio común centrar la atención en el trabajo de las tatuadoras, al margen de su físico explosivo o no, que no es garantía de un buen trabajo.
Cuidad la profesión, pero sobretodo, cuidadlas a ellas.
Adié!