Es cierto que este blog es como el Guadiana y que su actualización depende más de una cuestión de tiempo y ganas que de un compromiso conmigo y con la profesión que intento acercar a toda persona que dé con estas líneas. Pero si sigo con las disculpas, cada entrada comenzará de la misma manera. Allá voy.
Últimamente tengo la sensación de que volvemos de nuevo a subirnos a esa montaña rusa de 2015-2016 donde comenzaron a emerger muchas de las redes sociales que actualmente usamos a diario (Instagram, Twitter, Facebook...) y otras fueron muriendo (Tuenti, Vero, Tmblr...). Las sinergias de la conectividad y la búsqueda de nuevas ventanas al mundo y a potenciales clientes a los que acercar nuestro trabajo, nos empujaban a tener presencia en todas y ser activa con las opciones que cada una de ellas ofrecía. Además de esto, había que tener web propia y actualizarla con asiduidad. (Era una absoluta locura).
Pero pronto surgieron opiniones contrarias que sostenían que, además de imposible, era contraproducente estar en todas las aplicaciones existentes, puesto que cada una tenía funciones y enfoques específicos para cada persona, profesión e interés.
Es cierto que varias han sobrevivido de una manera más discreta (y ahora tienen otro tipo de usabilidad diferente a la inicial por parte de los usuarios), como es Pinterest o Facebook, y han aparecido otras nuevas que lo están petando como Tik Tok ó Twich, las cuales comenzaron como aplicaciones para el divertimento y han pasado a ser trampolines de grandes audiencias con objetivos comerciales en muchas profesiones.
Además de estas apps, han crecido diferentes plataformas, tanto de venta como de soporte económico (entiéndase siempre que hablo desde el punto de vista y la experiencia de la profesión de tatuadora, así que puede que no tenga en cuenta las que no relaciono con mi ámbito) como Bigcartel, Ko-fi, Beacons...
Pues bien, como cada generación que vive un par de cambios en alguno de los ámbitos de su vida, es cierto que, a diferencia de la primera oleada, en esta noto que me está costando más adaptarme o subirme a estas nuevas tendencias. No es una cuestión de torpeza y no todo el gremio lo hace, de hecho, por ahora (o al menos lo que yo veo), son una minoría los tatuadores y tatuadoras que usan Twitch y Tik Tok.
Creo que mi reticencia a comenzar de nuevo en las redes que van saliendo a la palestra es que en el gremio, le hemos dedicado mucho esfuerzo y horas a Instagram, nuestra gran ventana de visibilidad para captar clientes y mostrarles de manera masiva nuestro trabajo. Hay que sumar que Instagram es una constante locura de cambios de algoritmos, exigencias, costes... que se llevan por delante casi nuestras vidas tanto personales como profesionales con tal de ver resultados en nuestros esfuerzos.
Y sinceramente, no me siento dispuesta a dedicarle lo que quede de mi tiempo a nuevas plataformas, a tratar de entender su funcionamiento, sus cambios eventuales en las condiciones o en las interfaces o a subirme al carro de su público potencial (no me veo bailando canciones de moda delante de una cámara para así conseguir audiencia, seguidores, y con suerte, clientes).
Creo que ha llegado un momento en el que somos nosotros y nuestras profesiones las que debemos elegir y educar al público en qué tipo de redes nos pueden encontrar en base a nuestros intereses como empresa.
En mi opinión, creo que no hay nada mejor que Instagram para un trabajo visual como el de un fotógrafo, una diseñadora de moda o un tatuador (todo esto, por supuesto, sin contar con una web propia y profesional). Nos da opciones de foto, videos rápidos, videos largos y directos. Y es por ello que en mi tarjeta figuran sólo mi Instagram y mi Facebook (este último por una cuestión de sincronía) y por ahora, así voy a seguir.
Es genial que vivamos una época en la que tengamos muchas opciones tecnológicas para mostrar lo que hacemos en el trabajo, en el tiempo libre o en la cocina, pero no perdáis el norte. Elegid con cabeza o acabaréis perdiéndola.
Adié!
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