Esta técnica me la enseñaron en bachillerato, en la clase de Volumen. Yo no lo había hecho nunca y el profesor propuso que buscásemos una estatua que nos gustara para después tallarla en yeso.
Debido a mi ignorancia en el campo y a mi poca fe con el martillo y el cincel, decidí buscar una figura sencilla y algo abstracta, así que esta fue mi elección:
(Imagen: "Escultura" de Constantin Brancusi) |
Dependiendo del tamaño que le queráis dar a vuestra escultura, usaremos una caja de mayor o menor tamaño. En mi caso utilicé una caja de zapatos que forré con una bolsa de basura. Si por casualidad tenéis un recipiente de plástico maleable que podáis usar para esto, mucho mejor.
Procedimiento:
Primero vertimos 70% de agua en el recipiente. A continuación, el yeso. Si el agua está caliente el proceso de secado se acelera y si está fría tarda más. Removemos con el palo hasta que veamos que ya no quedan grumos y la mezcla tiene una textura uniforme y líquida. NO revuelvas la mezcla hasta que veas que el yeso en polvo esté húmedo por completo. Si lo haces el yeso no será compacto y quedarán impurezas que provocarán que la pieza que se resquebraje, ya que no habrá tanta adherencia.
Ahora sólo queda esperar.
En mi caso, mi pequeño homenaje a Brancusi fue culminado con una capa de betún de judea para que tuviera algo de color y sus aristas fuesen más oscuras, dándole un punto rústico. Desafortunadamente, esa obra se quedó en el instituto en el que estudiaba allá por el 2004 y no puedo enseñaros el resultado.
CONSEJO DE HOY:
Dejad el bloque secando un par de días porque al ser grueso, el centro de la pieza tarda más y si no está bien seco, al darle golpes al tallar puede sufrir fisuras en húmedo que cogerán forma con el secado.
Adié!
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